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Alemania impulsa una ley de asilo más estricta

by VivimosEnDE
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El Gobierno Federal propone ampliar la autoridad sobre las normas de asilo

El gabinete federal de Alemania aprobó un proyecto de ley que cambiaría significativamente la gestión de los casos de asilo en el país. La propuesta, impulsada por el ministro del Interior, Alexander Dobrindt, busca otorgar al gobierno federal la facultad de clasificar unilateralmente a ciertos países como "países de origen seguros", sin necesidad de la aprobación del Bundesrat, el órgano legislativo que representa a los estados federados.

Este cambio forma parte de una estrategia más amplia destinada a agilizar los procedimientos de asilo y agilizar las deportaciones. La medida se dirige específicamente a países como Argelia, India, Marruecos y Túnez para su reclasificación. La ley propuesta también incluye la eliminación de la representación legal obligatoria en casos de detención con fines de deportación, un derecho introducido el año pasado bajo el gobierno anterior.

Críticos de diversos sectores, incluyendo asociaciones jurídicas y la oposición política, han dado la voz de alarma. Expertos legales argumentan que eludir los controles constitucionales y basarse únicamente en el derecho de la UE podría complicar los procesos judiciales en lugar de agilizarlos. Organizaciones de defensa de los refugiados, como Pro Asyl, calificaron la medida de legalmente cuestionable y fundamentalmente antidemocrática, advirtiendo que podría privar a las personas vulnerables de su derecho a la protección.

Principios constitucionales bajo escrutinio

La Constitución alemana exige actualmente la participación del Bundesrat al determinar qué países se consideran seguros para las decisiones de asilo. El gobierno cita una directiva de la UE que permite a los Estados miembros definir dichas clasificaciones mediante simples ordenanzas. De aprobarse, la ley marginaría a los estados federados en uno de los ámbitos más sensibles de la política migratoria.

Los legisladores del Partido Verde han reaccionado con firmeza. Filiz Polat, una destacada voz en política migratoria, acusó al gobierno de socavar valores democráticos fundamentales. Según ella, clasificar a los países como "seguros" no es un procedimiento administrativo, sino una decisión legal seria que afecta directamente el acceso de las personas al asilo y no debe gestionarse unilateralmente.

El SPD, uno de los partidos de la coalición gobernante, defendió la reforma como necesaria para superar el estancamiento legislativo en el Bundesrat. Dirk Wiese, secretario parlamentario del SPD, afirmó que la propuesta respondía a la reiterada resistencia de los partidos de la oposición, en particular de Los Verdes.

Aumentan los casos de asilo en la Iglesia en respuesta a las amenazas de deportación

Paralelamente a la iniciativa federal, un número cada vez mayor de solicitantes de asilo en Alemania recurre a las iglesias en busca de refugio. Esta práctica, conocida como "asilo eclesiástico", ofrece protección temporal contra la deportación. La mayoría de estos casos se refieren a personas que ya han solicitado asilo en otro país de la UE y, por lo tanto, están sujetas a traslado según la legislación de la UE.

El aumento de casos de asilo en iglesias sugiere que muchos solicitantes de asilo temen las consecuencias de ser devueltos a países de paso o de origen, que ahora podrían ser designados como "seguros" según la nueva propuesta. Las iglesias, aunque carecen de autoridad legal formal para bloquear las deportaciones, sirven como refugios de último recurso, lo que a menudo genera complejos debates legales y éticos.

Creciente división en los debates sobre políticas migratorias

Más allá de Alemania, el debate sobre la migración se está desarrollando en toda Europa de forma más agresiva. La filósofa y politóloga albanesa Lea Ypi criticó duramente la cooperación de su país con Italia en la construcción de centros de detención para migrantes. En su opinión, estos centros son cárceles para personas que no han cometido ningún delito más allá de huir de conflictos o del colapso económico.

Ypi calificó la iniciativa como producto del oportunismo político y la ambición neocolonial, diseñada para presentar a Albania como un país candidato "desarrollado" a la UE, dispuesto a acoger migrantes. Enfatizó que tales medidas ocultan problemas más profundos, como la emigración masiva de jóvenes albaneses y la incapacidad del Estado para ofrecer perspectivas económicas reales.

También advirtió que la creciente dependencia de la detención y la deportación para gestionar la migración refleja un fracaso político más amplio. Según Ypi, la deportación se ha convertido en una herramienta para disciplinar a las poblaciones y redefinir la ciudadanía como un privilegio en lugar de un derecho. Criticó a los gobiernos, incluidos los progresistas, por adoptar la retórica de la extrema derecha con la esperanza de recuperar el consenso público mediante políticas migratorias severas, una táctica que describió como fundamentalmente defectuosa.

Una peligrosa ilusión política

Ypi argumenta que la idea de restaurar la cohesión social mediante controles migratorios más estrictos es una ilusión peligrosa. En su opinión, esta estrategia solo refuerza la influencia de los partidos de derecha que durante mucho tiempo han dominado el debate sobre identidad, fronteras y pertenencia. El verdadero conflicto, en su opinión, no radica entre migrantes y ciudadanos, sino entre quienes ostentan el poder económico y quienes están excluidos de él.

Su crítica se extiende a los partidos europeos de centroizquierda, incluido el Partido Laborista británico del primer ministro Starmer, al que acusa de imitar políticas conservadoras en lugar de ofrecer alternativas significativas. Considera esta tendencia una traición a los ideales de posguerra de cooperación internacional, justicia social y ciudadanía inclusiva.

Ypi aboga por el retorno a la solidaridad de clase como marco político que pueda unir a trabajadores migrantes y nativos en una lucha común contra la desigualdad sistémica. Advierte que no abordar las raíces económicas de la exclusión solo fomenta el auge de políticas identitarias, lo que en última instancia debilita la democracia.

La estrategia actual del gobierno alemán busca recuperar el control de la política migratoria acelerando las deportaciones y limitando las protecciones legales. Sin embargo, esta medida se enfrenta a una fuerte resistencia tanto de la sociedad civil como de algunos sectores de la coalición gobernante. Además, afecta a debates más amplios sobre el papel del Estado, los límites del poder ejecutivo y las responsabilidades de los países que se benefician de sistemas económicos globales que a menudo contribuyen al mismo desplazamiento que ahora buscan contener.

En el centro de la controversia se encuentra una pregunta fundamental: ¿Debería la eficiencia del control migratorio ir en detrimento de la supervisión legal y las garantías de los derechos humanos? Para muchos observadores, el enfoque actual sugiere un alejamiento de la gobernanza inclusiva y un avance hacia un modelo que valora la exclusión como signo de poder político.

A medida que la legislación avanza en el Bundestag y el Bundesrat, Alemania se encuentra una vez más en la encrucijada de la integridad jurídica, la conveniencia política y la responsabilidad internacional.

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