Una controvertida propuesta pretende poner fin a la “Saubere-Küchen-Gesetz”
El gobierno del estado de Berlín se prepara para derogar la "Saubere-Küchen-Gesetz", una ley diseñada para visibilizar públicamente las condiciones de higiene en restaurantes, panaderías y cafeterías mediante un sistema de clasificación tipo semáforo. El proyecto de ley, presentado por el Departamento de Justicia del Senado de Berlín bajo la dirección del senador de la CDU Felor Badenberg, eliminaría formalmente tanto la ley como su reglamento. Esta medida se produce tras meses de revisión administrativa y está abierta a la consulta de los grupos del sector hasta mediados de junio.
La ley, conocida formalmente como Ley de Transparencia en la Inspección de Alimentos, entró en vigor a principios de 2023 tras ser aprobada en 2021 por la antigua coalición berlinesa. Obligó a las oficinas sanitarias distritales a publicar los resultados de las inspecciones de higiene, y los negocios de alimentación a exhibir un barómetro de calificación de color en sus entradas.
La implementación careció de recursos y el impacto fue mínimo
A pesar de sus ambiciosos objetivos, la ley apenas se aplicó. En todo 2023, solo se publicaron los resultados de tres inspecciones en toda la ciudad, según datos de Foodwatch. Algunos distritos completaron solo el 7% de sus inspecciones rutinarias debido a la continua escasez de personal. Las autoridades argumentan que la ley exigía recursos que excedían con creces la capacidad de los departamentos locales.
El Departamento de Justicia afirma ahora que la derogación de la ley aliviaría la presión sobre los equipos de inspección de Berlín, que ya están sobrecargados. Un portavoz explicó que la mayoría de las tareas relacionadas con la seguridad alimentaria ya están contempladas en la legislación federal y de la UE, lo que hace que la normativa de Berlín sea redundante e innecesariamente onerosa. Aunque la carga de trabajo adicional derivada de la ley se describió oficialmente como "relativamente menor", se consideró no esencial en medio de las estrictas restricciones presupuestarias.
Reacciones divididas: la industria aplaude, los organismos de control se alarman
El sector hotelero celebró la derogación. La sección berlinesa de la Asociación de Hoteles y Restaurantes (Dehoga) apoyó la decisión, afirmando que Alemania ya mantiene altos estándares de seguridad alimentaria y que el nuevo sistema de transparencia imponía una carga administrativa injusta a las pequeñas empresas. Según Dehoga, los operadores ya están obligados a cumplir con estrictas normas de higiene alimentaria sin necesidad de requisitos locales adicionales.
Sin embargo, los grupos de defensa del consumidor se opusieron firmemente a la desmantelación. Foodwatch denunció la propuesta como un "obsequio al lobby de la restauración" y acusó al gobierno de socavar los derechos públicos en beneficio de intereses económicos. Rauna Bindewald, de Foodwatch, describió la eliminación del barómetro de higiene como "una bendición para los establecimientos sucios" y calificó la decisión como un revés para la transparencia y el empoderamiento cívico.
La iniciativa de transparencia recibió elogios internacionales, y diversas organizaciones señalaron el Sistema Smiley de Dinamarca como un ejemplo exitoso. Allí, un sistema público de calificación similar logró una reducción significativa de las infracciones sanitarias en pocos años sin sobrecargar a las autoridades.
¿Burocracia o rendición de cuentas? El debate continúa en Berlín.
El razonamiento oficial del Departamento de Justicia se centra en la capacidad operativa. La senadora Badenberg afirmó que la ley era demasiado burocrática y tenía pocos beneficios prácticos para mejorar la seguridad alimentaria. Enfatizó la importancia de diseñar un marco de supervisión optimizado que se ajuste a la mano de obra local y a las realidades logísticas. Según su oficina, se habían asignado aproximadamente 14 puestos para implementar la ley; estos puestos no se eliminarán, sino que se reorientarán hacia otras tareas de inspección.
Sin embargo, los críticos argumentan que una supervisión eficaz depende de la visibilidad. Advierten que la eliminación del sistema de barómetros de higiene elimina un nivel de rendición de cuentas que incentivaba a las empresas a mantener altos estándares, especialmente cuando la divulgación pública era una posibilidad.
El debate refleja una tensión más amplia en la formulación de políticas: equilibrar la eficiencia regulatoria con el interés público. Si bien el gobierno destaca la necesidad de reducir la burocracia y aliviar la presión sobre las agencias locales, los organismos de control advierten que la transparencia no debería ser la primera víctima de los ajustes presupuestarios.
Próximos pasos: La ley enfrenta un proceso de revisión formal
El Departamento de Justicia ha presentado formalmente el proyecto de derogación a la Cámara de Representantes de Berlín. Está en marcha una fase de consulta con las partes interesadas, incluidas empresas y grupos de defensa, y se espera que concluya a mediados de junio.
Hasta entonces, el futuro de la ley de transparencia en materia de higiene sigue siendo incierto. Pero con el respaldo político de la CDU, el partido gobernante, y las denuncias generalizadas de sobrecarga administrativa, su derogación parece probable a menos que una oposición significativa influya en el resultado legislativo.
Mientras Berlín sopesa la eficiencia frente a la transparencia, las próximas semanas determinarán si el acceso público a las calificaciones de higiene de los restaurantes se convierte en un experimento de corta duración o en una característica permanente del gobierno de la ciudad.