Un hombre de 28 años que asesinó a un niño pequeño y a su padre en un parque de Aschaffenburg ha sido internado indefinidamente en un centro psiquiátrico por orden de un tribunal alemán. La sentencia, dictada por el Tribunal Regional de Aschaffenburg, pone fin a uno de los casos criminales más perturbadores de Baviera en los últimos años y confirma que el autor del delito no era penalmente responsable en el momento del ataque debido a una grave enfermedad mental.
El tribunal declara al atacante legalmente inimputable.
El tribunal determinó que el ciudadano afgano, autor del ataque con arma blanca el 22 de enero en el parque Schöntal de Aschaffenburg, padecía esquizofrenia paranoide y actuó bajo los efectos de alucinaciones auditivas. Un informe psiquiátrico concluyó que oía voces que le ordenaban dañar a niños. Debido a esta condición, los jueces lo declararon inimputable por enajenación mental y ordenaron su internamiento permanente en un centro psiquiátrico de alta seguridad.
El juez presidente Karsten Krebs declaró que las acciones del hombre demostraron una brutalidad inimaginable y una intención de matar sin motivo aparente. «Este acto golpeó la esencia misma de la ciudad de Aschaffenburg», afirmó el fiscal Jürgen Bundschuh, describiendo el suceso como un ataque indiscriminado contra víctimas al azar que causó un sufrimiento inmenso.
La fiscalía, la defensa y los demandantes particulares apoyaron el internamiento indefinido en un centro psiquiátrico en lugar de la prisión. El fallo es definitivo y se revisará anualmente para evaluar si el hombre aún representa un peligro para la sociedad.
Una jornada de violencia que conmocionó a la ciudad
El ataque se desencadenó cuando el hombre atacó repentinamente a un grupo de niños de una guardería y a sus cuidadores en un parque de la ciudad. Armado con un cuchillo de cocina de 30 centímetros, apuñaló mortalmente a un niño de dos años y a un hombre de 41 que intentaba protegerlos. Otro niño pequeño, una maestra de 59 años y un transeúnte de 73 años también resultaron gravemente heridos.
El incidente provocó indignación y dolor en todo el país. Miles de residentes de Aschaffenburg se reunieron posteriormente para rendir homenaje a las víctimas, mientras que el caso desencadenó un intenso debate político sobre la seguridad pública y la atención a la salud mental de los solicitantes de asilo. El sospechoso había llegado a Alemania en noviembre de 2022 y tenía la obligación de abandonar el país a finales de 2024, pero su deportación nunca se llevó a cabo.
Las autoridades, bajo escrutinio por ignorar advertencias.
Las investigaciones revelaron que el atacante tenía antecedentes policiales por comportamiento violento antes de los asesinatos. Anteriormente había enfrentado cargos por agresión y daños a la propiedad, y había recibido tratamiento en centros psiquiátricos en varias ocasiones. A pesar de estos antecedentes, fue dado de alta repetidamente tras ser considerado fuera de peligro para los demás.
Según consta en los documentos judiciales, al hombre le habían recetado medicación para su afección, pero la tomaba de forma irregular. La fiscalía cuestionó por qué las autoridades no lo mantuvieron bajo supervisión psiquiátrica a largo plazo dada su inestabilidad. El caso ha suscitado inquietudes más amplias sobre la coordinación entre las instituciones de salud mental y las autoridades de inmigración en el manejo de pacientes de alto riesgo.
El psiquiatra Hans-Peter Volz testificó que la enfermedad del atacante lo hacía propenso a actos sumamente agresivos y que, de no haber estado bajo custodia, probablemente habría cometido más actos violentos. Volz rechazó cualquier insinuación de simulación, recalcando que el hombre sufría realmente de psicosis y estaba guiado por delirios de grandeza, creyendo que era controlado por «agentes» que le ordenaban matar niños.
Medidas legales y terapéuticas
Según la legislación alemana, las personas declaradas no penalmente responsables por padecer una enfermedad mental grave son internadas en centros psiquiátricos cerrados sin una condena fija. Su internamiento puede durar años o incluso décadas y es revisado anualmente por el tribunal sentenciador. Solo se permite su liberación cuando los médicos forenses determinan que la persona ya no representa una amenaza.
Las autoridades explicaron que cualquier privilegio —como paseos supervisados o permisos temporales— depende enteramente de la evolución del paciente. Sin embargo, algunos pacientes nunca responden al tratamiento y permanecen internados indefinidamente. El tribunal hizo hincapié en que la seguridad pública debe ser prioritaria, señalando que «el acusado sigue siendo una persona altamente peligrosa» cuya condición requiere supervisión constante.
Consecuencias políticas más amplias
El atentado de Aschaffenburg se convirtió rápidamente en parte del debate nacional sobre el sistema alemán de asilo y deportación. Los partidos de la oposición criticaron al gobierno por no haber deportado antes al hombre a pesar de sus antecedentes de violencia. Mientras tanto, otros exigieron reformas en la atención psiquiátrica para garantizar que los delincuentes con enfermedades mentales reciban una vigilancia más estrecha antes de que ocurran tragedias.
Para las familias de las víctimas y la comunidad local, el veredicto supuso un cierto consuelo, pero no un alivio. «El sufrimiento causado por este crimen es irreparable», declaró el juez Krebs al dictar sentencia. «Pero con esta decisión, hemos logrado sacar de circulación a un hombre peligroso para siempre».
El ataque, que se cobró dos vidas y dejó a otras tres personas heridas, sigue siendo un crudo recordatorio de las deficiencias en los sistemas de salud mental y seguridad pública de Alemania, y de las devastadoras consecuencias que se producen cuando esas deficiencias se entrecruzan.
