La coalición gobernante alemana está preparando una serie de cambios en la política laboral para aumentar la participación laboral en todos los grupos de edad, especialmente entre los jubilados. Con la nueva iniciativa de "pensión activa", quienes continúen trabajando después de alcanzar la edad legal de jubilación podrán ganar hasta 2,000 euros mensuales libres de impuestos a partir del 1 de enero de 2026.
El anuncio, realizado por el secretario general de la CDU, Carsten Linnemann, durante un debate televisado, forma parte de un cambio más amplio en la estrategia de empleo del gobierno. El objetivo es crear incentivos financieros para que las personas mayores permanezcan o se reincorporen voluntariamente al mercado laboral. Los funcionarios subrayan que la participación no será obligatoria, sino que se fomentará mediante beneficios fiscales.
Linnemann afirmó que el país necesita “más producción laboral para mantener la prosperidad” y proyectó que decenas de miles de personas, potencialmente incluso de seis cifras, podrían extender su vida laboral dentro de los cuatro años siguientes a la implementación del plan.
Presión económica detrás del impulso laboral
Alemania se enfrenta a un crecimiento económico lento. Las principales instituciones de investigación han pronosticado un crecimiento cero del PIB para 2025, con niveles de productividad actuales inferiores a los de países como Polonia y Dinamarca. Los datos indican que las personas mayores de 60 años en Alemania trabajan, de media, entre un 10 % y un 20 % menos que sus homólogos en los países escandinavos.
Economistas y legisladores argumentan que fomentar el empleo tras la jubilación podría ayudar a estabilizar la recaudación fiscal y aliviar la presión sobre el sistema de pensiones. Según Moritz Schularick, director del Instituto Kiel para la Economía Mundial, si los trabajadores alemanes alcanzaran los niveles de participación laboral de Polonia, el gobierno podría aumentar sustancialmente sus inversiones en infraestructura y servicios.
Oposición sindical y crítica social
Sin embargo, la propuesta ha encontrado una fuerte oposición por parte de los representantes sindicales. Christiane Benner, presidenta de IG Metall, criticó la idea de que los alemanes carecen de voluntad de trabajar. Señaló que anualmente se registran más de mil millones de horas extras, y la mitad de ellas no se pagan.
Benner argumentó que muchos trabajos físicamente exigentes pasan factura mucho antes de la edad de jubilación, lo que hace que trabajar por más tiempo sea inviable para gran parte de la población. También destacó el problema persistente del subempleo femenino. Casi la mitad de las mujeres trabajadoras en Alemania trabajan a tiempo parcial, a menudo debido al acceso limitado a guarderías, lo que sigue siendo un obstáculo importante para su plena participación en el mercado laboral.
Las mujeres se ven afectadas de manera desproporcionada por el empleo a tiempo parcial
Según datos recientes, el 68.4 % de las madres en Alemania trabajan a tiempo parcial, en comparación con tan solo el 8.4 % de los padres. Si bien la brecha laboral entre géneros se ha reducido en los últimos años, factores estructurales como la falta de guarderías infantiles y el marco fiscal vigente aún desalientan el empleo a tiempo completo para muchas mujeres.
La política fiscal de "Ehegattensplitting", que data de 1958, permite la tributación conjunta de las parejas casadas y, a menudo, penaliza al cónyuge con menores ingresos. Los críticos argumentan que este sistema desincentiva el empleo, especialmente para las mujeres en hogares con doble ingreso. Si bien el SPD apoya la reforma de este modelo, Linnemann ha propuesto una alternativa de "división familiar" que igualaría la exención de impuestos entre adultos e hijos, con el objetivo de brindar un mejor apoyo a las familias.
Pide una reforma más amplia del mercado laboral
Más allá de los jubilados, Benner enfatizó la urgencia de abordar el desempleo juvenil y el gran número de menores de 35 años sin cualificación profesional. Alrededor de tres millones de jóvenes en Alemania carecen de formación académica, una situación que sigue limitando las perspectivas profesionales y sobrecarga la mano de obra cualificada.
Ambas partes del debate reconocen que aumentar la participación laboral requiere cambios estructurales, no solo incentivos. Se están considerando modalidades de trabajo flexibles, mejores servicios de guardería, acceso a la educación y un sistema tributario reformado como parte de la respuesta a largo plazo a la escasez de mano de obra en Alemania.
Reforma del tiempo de trabajo y cambios fiscales en debate
Paralelamente al modelo de pensiones activas, el gobierno planea abandonar la jornada laboral tradicional de ocho horas. Se está considerando un nuevo enfoque basado en un límite de tiempo de trabajo semanal, que permite, por ejemplo, cuatro jornadas de diez horas en lugar de cinco de ocho horas. La reforma busca aumentar la flexibilidad sin ampliar el número total de horas trabajadas.
Además, Linnemann reiteró el plan del partido de exonerar el pago de horas extras e implementar una mayor desgravación fiscal personal para las personas mayores que opten por trabajar después de la jubilación. Si bien estos cambios aún se están negociando, forman parte de un esfuerzo más amplio para estimular el crecimiento económico mediante la expansión interna de la fuerza laboral.
Una nación dividida sobre el futuro del trabajo
Alemania se encuentra ahora en medio de un debate nacional sobre quién debería trabajar más y bajo qué condiciones. Quienes defienden la iniciativa argumentan que un incentivo para que los jubilados obtengan ingresos libres de impuestos es una respuesta pragmática al envejecimiento de la población y al estancamiento del crecimiento. Los críticos argumentan que corre el riesgo de pasar por alto a quienes no pueden trabajar más tiempo, a la vez que ignora las barreras sistémicas que impiden que otros, especialmente las mujeres y los jóvenes con poca formación, participen más plenamente.
A medida que la política se refine en los próximos meses, su eficacia probablemente dependerá de qué tan bien equilibre las exigencias económicas con la justicia social. El gobierno insiste en que el enfoque no está en la coerción, sino en recompensar el esfuerzo. Queda por ver si este mensaje tendrá eco en una fuerza laboral ya de por sí limitada.