Un duelo legal de alto riesgo en Leipzig
El 10 de junio de 2025, el Tribunal Administrativo Federal de Leipzig abrió un proceso en un caso que se ha convertido en un símbolo de conflicto entre los valores constitucionales alemanes y los límites de la libertad de prensa. El objeto del juicio es... Compact, una revista y empresa de medios de comunicación que se autodenomina de oposición y que está acusada por las autoridades federales de promover el extremismo de extrema derecha, el antisemitismo y contenido conspirativo.
El proceso se deriva de una decisión controvertida de julio de 2024, cuando la entonces ministra del Interior, Nancy Faeser, ordenó la prohibición de Compact GmbH, la editorial de Compact Revista. Faeser invocó el Artículo 9 de la Ley Fundamental de Alemania y la Vereinsgesetz (Ley de Asociación), argumentando que el medio de comunicación no solo informaba, sino que socavaba activamente el orden constitucional. Su oficina describió a Compact como una plataforma central para la ideología extremista en Alemania, con estrechos vínculos con grupos como el Movimiento Identitario y el partido regional de extrema derecha. Libre Sajonia.
Reclamaciones explosivas y límites constitucionales
La Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), el servicio de inteligencia nacional alemán, había identificado a Compact desde hacía tiempo como parte de lo que denomina el ecosistema de la "nueva derecha". En su informe de 2023, la agencia señaló que Compact publicaba sistemáticamente materiales hostiles a las instituciones democráticas y promovía teorías conspirativas. Los temas de nacionalismo étnico, antisemitismo y revisionismo histórico eran elementos recurrentes, según la BfV.
El editor jefe de la revista, Jürgen Elsässer, exizquierdista convertido en figura de la extrema derecha, se refiere abiertamente a Compact como parte de un "movimiento de resistencia". En el tribunal, los abogados federales citaron declaraciones de Elsässer como "Queremos derrocar este régimen", realizadas durante una gala de recaudación de fondos en 2023, como prueba de la postura militante de la revista contra las normas democráticas.
Sin embargo, a pesar de la gravedad de estas acusaciones, Elsässer y su equipo legal argumentan que la publicación sigue siendo una operación mediática legítima. Sus abogados insisten en que Compact se dedica al periodismo con convicción, no al activismo político. Argumentan que el lenguaje controvertido empleado en ediciones anteriores, incluyendo términos como «migración de reemplazo» y «arma migratoria», se encuentra dentro de los límites de la opinión protegida según el Artículo 5 de la Ley Fundamental, que garantiza las libertades de prensa y de expresión.
Tensiones en los tribunales y maniobras estratégicas
El ambiente en la sala durante el primer día de audiencias reflejó la carga ideológica del caso. Elsässer entró en la sala entre aplausos de sus simpatizantes. A lo largo del día, sus representantes legales se opusieron firmemente al proceso. Un abogado, Ulrich Vosgerau —conocido por defender al partido ultraderechista AfD en casos anteriores—, incluso expresó su preocupación por la parcialidad judicial, lo que provocó una respuesta severa pero serena del juez presidente, Ingo Kraft.
El debate se expandió rápidamente a cuestiones jurídicas fundamentales. ¿Puede prohibirse a un medio de comunicación en virtud de la ley de asociaciones? ¿Acaso la controvertida línea editorial de una revista justifica una medida tan severa por parte del Estado? El juez Kraft cuestionó si Compact era simplemente un medio de comunicación o si formaba parte de una red orquestada destinada a desestabilizar la sociedad democrática.
Los abogados federales señalaron la organización de los eventos de la "Ola Azul" por parte de la publicación, que, según afirmaron, eran actividades de campaña en apoyo de la AfD, no simples promociones mediáticas. Los representantes de Compact replicaron que se trataba de festivales públicos que promocionaban la revista, no mítines políticos. Insistieron en que su equipo editorial se dedicaba exclusivamente al contenido y que cualquier coincidencia con eventos políticos era incidental.
Un precario equilibrio entre seguridad y libertad
El tribunal de Leipzig ya había dictaminado en agosto de 2024 que Compact podía seguir operando mientras se revisaba el caso principal. En aquel momento, el tribunal reconoció la existencia de contenido preocupante, incluyendo la denigración de migrantes, pero concluyó que las pruebas aún no eran lo suficientemente sólidas como para justificar una prohibición total, una decisión que puso de relieve los altos estándares legales para la supresión de la libertad de expresión en una sociedad democrática.
Ahora, con el juicio en marcha, el tribunal debe evaluar si el contenido y las operaciones de Compact realmente traspasan los límites constitucionales. Los representantes federales sostienen que el lenguaje empleado en las publicaciones de Compact, incluidas las referencias a un "genocidio frío" del pueblo alemán, no admite una interpretación benigna y refleja claramente una ideología racista.
Por otro lado, el equipo de Elsässer sigue presentando la revista como una plataforma para la disidencia, aunque radical, que aún opera dentro de las leyes de medios de comunicación alemanas. Sostienen que, si bien la publicación puede amplificar voces marginales, no coordina acciones políticas ni representa una asociación prohibida.
Implicaciones para los medios de comunicación alemanes y la democracia
El fallo, cuando se emita, podría tener consecuencias trascendentales. La decisión de mantener la prohibición marcaría uno de los usos más significativos de la ley de asociaciones alemana contra un medio de comunicación en las últimas décadas. Indicaría la disposición del Estado a limitar incluso los casos más extremos de extremismo en nombre de la protección constitucional. Por otro lado, una decisión en contra de la prohibición podría reforzar la amplia protección legal que se brinda a los medios de comunicación, incluso a aquellos que operan en la periferia política.
El reto del tribunal es trazar una línea clara, si es que es posible, entre la libertad de prensa y la propaganda subversiva en una democracia que aún conserva las cicatrices del totalitarismo. Este equilibrio no solo es jurídicamente complejo, sino también políticamente explosivo, ya que tanto partidarios como críticos de la prohibición observan atentamente la posibilidad de sentar precedentes.
La siguiente fase del juicio está programada para continuar esta semana. La fecha del veredicto final aún es incierta, pero las autoridades de seguridad se preparan para la posibilidad de que el fallo les autorice a imponer una prohibición permanente si se confirma.